trespuntossuspensivos

Las líneas se transformaron en borrones

Y el lápiz comenzaba a fluir

Llegó la luna acompañada con su melancólica cara triste

¿Por qué siempre tenemos tan poco tiempo para hablar?, le preguntaba mientras servía las dos tazas de té.

La tertulia duró algunas horas y con el paso de estas comenzaban a drogarse con sus risas, con ese olor a tierra mojada, con un recuerdo…

Y como cada noche sucedía un lápiz se posaba en su mano y comenzaba escribir, pero esta vez fue diferente, anotó los detalles, se olvidó de las ortografías… cambiaría el guión…

Mientras escribía recordaba la caja que se encontraba en algún lugar cercano donde se guardaban los trozos de aquella máscara...

El tiempo voló… las tazas de te ya estaban vacías, la luna se despedía sin hablar… y el lápiz que seguía en su mano descansaba en tres puntos suspensivos mientras ella dormía.

Tan probable como imposible... tan improbable como posible.
"¿por qué será que las palabras menos importantes, en los lugares mas insignificantes, han sido los momentos mas importantes de mi vida?"
(El mismo amor, la misma lluvia.)
no, no mal, solo en el miedo. (pausa)
si, aun vivo ahí.

Un día.

Un día se nos agotaran las palabras, el viento se cansará de escucharnos, lloraremos y reiremos, todo a la vez, nos enojaremos, discutiremos, te enseñaré mis secretos y tu los tuyos, viajaremos por nuestras vidas, por lo que no compartimos juntos y recuperaremos la distancia...
Un día soñaremos juntos pequeño, por el momento, te extraño.

me preguntaron como me volví loco. Asi sucedió...

Un día, mucho antes de que nacieran los dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras -si; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando:

-¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!

Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, varias personas, llenas de espanto, corrieron a refugiarse en sus casas. Y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándom

e gritó:
-Miren! ¡Es un loco!

Alcé la cabeza para ver quién gritaba, y por vez primera el sol besó mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité:
-¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me robaron mis máscaras!

Así fue que me convertí en un loco.

Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser.

Pero no dejéis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón.


Khalil Gibran

unatardedeveranoenParis



(EsperandolaentradaalmundomágicodeNotreDame,aencontrarnoscongargoyle,asoñar...díasperfectos)